La cultura europea del siglo XX by George L. Mosse

La cultura europea del siglo XX by George L. Mosse

autor:George L. Mosse [Mosse, George L.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Crónica, Historia
editor: ePubLibre
publicado: 1988-01-01T05:00:00+00:00


[La libertad]… vive en muchas nobles inteligencias en todas las partes del mundo, las cuales, aunque estén muy aisladas y reducidas casi a una res publica literaria aristocrática pero pequeña, aún siguen fieles a ella y la reverencian más y la buscan con amor más ferviente que en los tiempos en que no había nadie que la ofendiera ni pusiera en duda el predominio de su culto…

Esta res publica literaria estaba fuera de las sedes de la cultura; Benedetto Croce se convirtió, por supuesto, en uno de sus símbolos. Recurrió a su formulación de la libertad después de haber reflejado en su pensamiento la mayoría de las influencias que habían afectado al desarrollo intelectual desde finales del siglo XIX. Lidió con Marx, Freud, Sorel y el idealismo alemán. Pero más importante para él que todas estas influencias fue la concepción de la historia que extrajo de Vico, el historiador del siglo XVII. En Vico halló una combinación de filosofía e historia que fundió con conceptos hegelianos; fue él, de hecho, quien introdujo a Hegel en Italia. La historia era para Croce la suma del conocimiento humano, y toda la filosofía era simplemente el juicio que hacían los hombres sobre la historia. Los procesos de la historia los podía captar la razón del hombre, pues la historia era al mismo tiempo sumamente racional y la única realidad. Croce no se detuvo aquí, aunque algunos de sus discípulos lo hicieran.

Para un hombre como Giovanni Gentile (1875-1944), esta combinación de historia y racionalidad vino a significar que «todo lo que es real es racional». Esto significaba aceptar lo real, lo que está pasando, lo que conducía a afirmar que «acción y verdad son términos mutuamente convertibles». En manos de Gentile estas ideas constituyeron parte de ese nihilismo del poder que se convirtió en el fascismo italiano. Mussolini habría de resumirlo en una frase: «… el hombre no es nada fuera de la historia.» Los mismos procesos de la historia producían movimientos cuyas acciones había que aceptar de acuerdo con este historicismo. Era una filosofía poco adecuada para proteger la libertad.

Sin embargo, Croce fundió luego esta concepción relativista de la historia con el idealismo alemán. La historia no sólo se manifestaba a través de la acción; se esforzaba por alcanzar su objetivo a través de la comprensión «interna». Debía vibrar en el alma del historiador. La realidad está por debajo de las apariencias; lo que necesitaba el historiador era un tipo de «intuición» que hiciese posible entender el espíritu de una época. Aquí Croce se aproximaba a Burckhardt. Pero ¿cómo debía definirse este espíritu? Croce creía que debía tener como centro las aspiraciones más elevadas del hombre en el arte, la religión, la ética y las teorías de la política. El resultado fue que su propia historia resultaba, muy conscientemente, subjetiva. Amaba el Renacimiento porque las aspiraciones renacentistas eran elevadas; condenaba el Barroco porque en él las aspiraciones de los hombres tendían a degenerar en sensualidad y en una aceptación muy limitada de la realidad.



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